“Life creates conditions conducive to life: it boulds soil, it cleans air, it cleans water. It mixes the coktail of gases that you and I need t olive. At is does that in the middle of great foreplay and meeting their needs. So it is not mutually exclusive. We need to find a way to meed our needs, while making this place an Eden.”
Janine Benyus. [1]
“If we human beigns are soft-wired for empathic distress, it is posible for us to extend empathy to our entire human race and to our fellow creatures as our evolutionary family? and to the biosphere as our common community? […] If it is posible, then we might be able to sabe our species and the planet […] Empathy is the invisible hand, it helps us to stretch our sensibility with another so we can cohere in larger social units.”
Jeremy Rifkin.[2]
Esa línea aparente que se dibuja a la distancia y separa el cielo de la tierra, esa que a veces olvidamos y otras veces simplemente la obstruimos con ciudades y edificios, es nuestro horizonte. Esa es la frontera de la inmensidad y el inicio de la vida que conocemos. Ella nos rodea con su circunferencia, nos incluye en esta biósfera, y nos recuerda el mundo al que pertenecemos.
El proyecto La línea imaginaria parte de la inquietud de continuar explorando el paisaje como un vínculo poético con vida. A través de mi práctica escultórica me he dedicado a investigar la interdependencia en las redes de vida, basada en dos axiomas: todo lo que existe es parte de una unidad y es una unidad en sí misma, y (2) la vida es un sistema multifacético, una red de relaciones y experiencias contenidas en el espacio. Así mi trabajo explora la manifestación tangible de esta red de vida a través de la luz, el color, los patrones y el espacio que podemos observar en el paisaje y en elementos de la naturaleza.
La línea imaginaria explora poéticamente cómo ubicarnos y sobrevivir como humanos en el sistema de vida al que pertenecemos, ese gran contexto que constituye a nuestra biósfera en el cosmos. Aquí el horizonte se convierte en un motivo de reflexión y observación: es la frontera que con su inmensidad nos obliga a voltear a nuestro alrededor y a observarnos a nosotros mismos como parte activa dentro de un contexto lleno de vida y en continuo movimiento.
La línea imaginaria del horizonte no es sólo esa línea horizontal o sinuosa que atraviesa el paisaje, sino también una elipse que nos rodea. Desde su experiencia en la estación espacial el astronauta Chris Hadfield, describe a nuestra atmósfera como “esa delgada línea azul […] Ella contiene todo aquello que es importante para nosotros. Ella contiene la vida.”[3] Esta reflexión de Hadfield, me ha llevado a observa el horizonte en una perspectiva mucho más amplia: la red de vida se refleja en la geometría de las montañas, los tonos de luz al amanecer, los infinitos azules del ocaso, los espirales de las nubes y los patrones de las corrientes marinas. Aquí el hilo ha sido el vehículo de esta travesía, con el hilo sobre cera estas piezas vuelven tangible la red de vida y hacen visible la maravilla de este tejido que habitamos.
María Fernanda Barrero
[1] Janine Benyus at “Biomimicry’s surprising lessons from nature’s engineers”. TED talks, 2005. https://www.ted.com/talks/janine_benyus_shares_nature_s_designs#t-1189455
[2] Rifkin, Jeremy. The Empathic Civilization. RSA Animate, 2010. From the book The Emplathic Civilization. https://www.thersa.org/discover/videos/rsa-animate/2010/05/rsa-animate---the-empathic-civilisation
[3] One Strange Rock. TV series. Booth, Graham. National Geographic. 2018.
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